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Friday, Apr 19th, 2024
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7 canciones de casos emblemáticos de derechos de autor

7 canciones de casos emblemáticos de derechos de autor

Ed Sheeran fue enjuiciado, acusado de “tomar prestado” de temas de Marvin Gaye. Escucha las canciones de George Harrison, 2 Live Crew, Led Zeppelin y Katy Perry que pueden influir en su caso.

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Hay un adagio, que no se sabe bien de dónde salió, que a los ejecutivos de la música les gusta citar cada vez que llega otra demanda por infracción de derechos de autor: “Donde hay un éxito, hay una demanda”.

El juicio por la canción de Ed Sheeran “Thinking Out Loud” (2014), ganadora de un Grammy, que comenzó la semana pasada en el Tribunal Federal de Distrito de Manhattan, es el último de una larga lista de demandas por derechos de autor musicales. En Estados Unidos, se remonta al menos a 1844, cuando a un juez de Nueva York le llegó un caso sobre la reproducción no autorizada de una canción llamada “The Cot Beneath the Hill”. El demandante recibió 625 dólares por daños y perjuicios, según una base de datos histórica mantenida por el especialista en derecho Charles Cronin.

Para Sheeran, lo que está en juego es mucho más importante. Se le acusa de copiar pasajes de “Let’s Get It On” (1973), de Marvin Gaye; la familia de Ed Townsend, coautor de Gaye, presentó la demanda en 2017. Si Sheeran es declarado responsable, un jurado fijará los daños y perjuicios, que probablemente serían millonarios.

He aquí una guía de algunos de los casos de derechos de autor musicales más trascendentales de las últimas décadas, junto con extractos de sus grabaciones.

Pero recuerda: puede ser complicado, e incluso engañoso, comparar únicamente grabaciones. En casos como estos, el único material en cuestión son las composiciones subyacentes de las canciones: las melodías, los acordes y las letras que pueden anotarse en papel. Los elementos específicos de la interpretación recogida en una grabación concreta, como el tempo o el timbre de un instrumento, son irrelevantes.

Los jurados deben decidir no solo si una canción copia a otra, sino si la anterior era lo bastante original y distintiva como para estar protegida por derechos de autor.

“El problema de este tipo de casos es que la gente se hace la pregunta equivocada”, afirmó Joe Bennett, profesor del Berklee College of Music que trabaja como musicólogo forense en casos judiciales. “Se preguntan: ‘¿En qué se parece la canción B a la canción A?’, cuando lo que deberían preguntarse es en qué medida es original la canción A”.

¿Entendido? En ese caso, ponte los auriculares y juzga por ti mismo.

Bright Tunes Music contra Harrisongs Music (1976)

“My Sweet Lord”, de George Harrison, alcanzó el n.º 1 a finales de 1970, y poco después Harrison fue demandado por el editor musical de “He’s So Fine”, grabada por The Chiffons en 1962.

Harrison perdió el caso de una manera que ha tenido un impacto duradero en la música: el juez determinó que el ex-Beatle había copiado la melodía de los Chiffons “inconscientemente”. Eso permitió a los demandantes en otros casos —incluida la familia Townsend, cuyos abogados citaron la decisión sobre Harrison en un escrito previo al juicio— acusar a los demandados de copiar, aunque no tuvieran intención de hacerlo.

Para Harrison, la insinuación de plagio inconsciente era muy preocupante y le produjo una sensación de “paranoia sobre la composición de canciones”, como escribió más tarde en sus memorias.

Campbell contra Acuff-Rose (1994)

En 1989, el atrevido grupo de hip-hop 2 Live Crew creó una parodia (sorprendentemente decente) del éxito de 1964 de Roy Orbison “Oh, Pretty Woman”, y pidió permiso a los editores de Orbison. La petición fue denegada, pero 2 Live Crew lanzó su versión de todos modos.

El caso llegó a la Corte Suprema, y la victoria de 2 Live Crew estableció importantes directrices sobre el “uso justo”, al dictaminar que, al tratarse de una parodia, sus creadores podían tomar prestado de otra obra protegida por derechos de autor sin permiso.

La Corte Suprema está examinando de nuevo la cuestión del uso legítimo en un caso relacionado con la apropiación por parte de Andy Warhol de una fotografía de Prince.

Three Boys Music contra Bolton (2000)

Este caso se refería a dos canciones tituladas “Love Is a Wonderful Thing”: una de los Isley Brothers, de 1966, y la otra del cantante pop Michael Bolton, de 1991.

Bolton negó conocer la canción de los Isleys, aunque estaba claramente familiarizado con el género, ya que había construido su carrera “reviviendo el sonido soul de los años 60”, como dijo un juez del tribunal de apelaciones.

El jurado dictaminó que Bolton y un coautor habían vulnerado la canción antigua y fijó una indemnización por daños y perjuicios de 5,4 millones de dólares, que fue confirmada en apelación. Muchos expertos musicales dudaban de que existiera una similitud musical significativa entre las dos canciones, y siguen señalando la demanda de Three Boys como un caso clave en el que un jurado se equivocó.

Williams contra Bridgeport Music (2018)

Este fue el caso de derechos de autor musicales más polémico desde “My Sweet Lord”.

Robin Thicke y Pharrell Williams fueron demandados en 2013 por su canción “Blurred Lines” por miembros de la familia de Gaye, que argumentaron que copiaba su éxito de la era disco “Got to Give It Up”. Los dos músicos fueron condenados a pagar unos cinco millones de dólares, más la mitad de las regalías futuras de la canción.

Thicke y Williams argumentaron que cualquier parentesco entre las dos canciones era resultado de componentes genéricos y que no existían similitudes concretas. El experto de los Gaye señaló una “constelación” de diversos elementos musicales, que a muchos comentaristas les pareció vaga, pero fue suficiente para persuadir al jurado. El veredicto fue confirmado en apelación, pero un juez discrepante dijo que permitía a los herederos de Gaye “lograr lo que nadie había logrado antes: registrar los derechos de autor de un estilo musical”.

Adam Neely, un músico de jazz que ha publicado detallados videos en YouTube en los que analiza casos actuales de derechos de autor, dijo que en el caso de “Thinking Out Loud” de Sheeran está en juego prácticamente lo mismo.

“El temor es que se pueda ser dueño de un ritmo”, dijo Neely. “Y al ser dueño de un ritmo, puedes ser dueño de un género”.

Skidmore contra Led Zeppelin (2020)

El historial de Led Zeppelin de tomar prestado de otros creadores está bien documentado; en muchos casos, la banda acabó por reconocer la deuda y añadió los nombres de artistas de blues como Willie Dixon a los créditos de las canciones. Pero en esta disputa, sobre el ultra clásico de la banda, “Stairway to Heaven”, el grupo se defendió con firmeza, y ganó.

El caso fue presentado por un administrador de las canciones de Randy Wolfe, cuya banda, Spirit, tocaba ocasionalmente junto a Led Zeppelin en sus inicios. La canción “Taurus” de Spirit, de 1968, incluye un pasaje acústico con una progresión de acordes arpegiados y una línea de bajo cromática descendente que recuerda a la bucólica introducción de “Stairway”. Pero aunque los pasajes sean similares, ¿son esos elementos lo bastante distintivos como para calificarlos de “protegibles”, como dicen los abogados?

Led Zeppelin ganó el caso en el juicio, y en 2020 un tribunal de apelación confirmó el veredicto. El fallo de los jueces ofrecía orientación a los tribunales sobre cómo se aplica la ley de derechos de autor a las obras que incluyen “elementos comunes” que pueden ser de dominio público.

Gray contra Perry (2020)

El impacto del caso Led Zeppelin fue inmediato. Meses antes, un jurado había decidido que “Dark Horse”, de Katy Perry, copiaba una secuencia de ocho notas de una canción de rap cristiano poco conocida (“Joyful Noise”, de Flame), y concedió a los demandantes 2,8 millones de dólares por daños y perjuicios.

Pero una semana después de la sentencia en la apelación de Led Zeppelin, el juez del caso de Perry anuló el veredicto del jurado, citando la decisión al determinar que el pasaje de ocho notas no era “una combinación particularmente única o rara” y, por tanto, no estaba protegida por derechos de autor. El abogado de Perry lo describió como una eliminación de “la maldición de ‘Blurred Lines’”.

Griffin contra Sheeran (2023)

En un prolongado caso que se retrasó en parte por la pandemia de coronavirus, los herederos de Townsend, coautor de Gaye en “Let’s Get It On”, acusan a Sheeran de copiar el “corazón” de esa canción para su éxito “Thinking Out Loud”.

Los peritos de ambas partes coinciden en que las canciones presentan una progresión de acordes casi idéntica. Y reconocen que esos acordes también han aparecido en muchas otras canciones. Pero el caso se centra en si esos elementos musicales de “Let’s Get It On” —los acordes, así como el patrón rítmico sincopado en el que se tocaban— eran lo bastante originales y distintivos como para que su reaparición en “Thinking Out Loud” constituya una infracción, o simplemente el reciclaje de características musicales comunes.

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